jueves, 16 de diciembre de 2010

PUNO: MOSHÓ, NOTABLE HUMORISTA GRÁFICO


Moshó; Aurelio Medina Pacheco
Ganador del Concurso Nacional de Humor Gráfico
(Arequipa 1987 – Diario Correo)





LAS DIABLADAS DE MOSHÓ


Cada febrero Puno, la ciudad del lago, se viste de magia y fantasía. Decenas de comparsas de músicos y bailarines recorren sus calles desarrollando las más locas coreografías, el equilibrio de los pasos más inverosímiles

El soberano de esta fiesta, en homenaje a la Virgen de la Candelaria, es el diablo. Simple y llanamente el diablo, o quizás mejor, el caporal es decir el diablo mayor.

Las comparsas de diablos o diabladas, con el lujo de su pedrería o el ritmo de su música obsesiva, insomne y delirante, tejen el esplendor de una semana inolvidable, una semana que tiene como objetivo iluminar la memoria de todo el año, que se va acumulando de ansias hasta la llegada del otro febrero.

Moshó, Aurelio Medina, ha tomado este diablo para tomarle el pelo a él mismo, mejor dicho los cuernos, y también para reírse de los problemas cotidianos y menos folklóricos, o simplemente para hacer humor puro o puro humor.

Así el diablo sale de su danza para ingresar o querer ingresar al cielo, o al infierno. Es aquí donde la metafísica se convierte en cuestión, en pregunta.

Entonces el diablo, al dejar su danza, no es sino la radiografía del ser humano de todos los días.

En esto consisten las diabladas de Moshó, porque el mismo es un diablo en creación, padre de estos diablos vestidos de una profunda emoción social.

Y por cierto que la ternura no esta ausente, todo lo contrario, es un elemento primordial.

Entonces, este es el valor de estos dibujos, que formalmente no tienen nada que envidiar, al mejor ilustrador, al mejor humorista. Las densidades y transparencias, la precisión de la línea, la memoria visual perfeccionista, simplemente permiten confirmar de cómo un artista universal lo es a partir de las singularidades propias de la tierra que lo vio nacer.

El altiplano peruano – boliviano se viste de fiesta al nacimiento de este nuevo trabajo de Moshó, un artista de altura, que a los 3812 metros sobre el nivel del mar, explota las diversas vetas de las artes plásticas.

El humor es un hecho social, donde confluyen los sentimientos y las sensaciones más complejas: en estos registros Moshó tiene su cuenta abierta.

Omar Aramayo C.