lunes, 12 de agosto de 2013

Tren de ficción (Carlos Lavida. Editorial ContraCultura. 2012)


Estoy tratando de hacer algunas reseñas sobre las obras de autores y colectivos limeños que consideramos en el blog como los más representativos de la ciudad. Se me ocurrió que era importante primero entrevistarlos y, de ese modo, explicar la obra no sólo desde sus dimensiones temáticas y formales sino, además, poder tener la posibilidad de hacerlo a partir de la información brindada directamente por los creadores.

Así es como hace unas semanas entrevisté a Tania Salcedo y Giovani Menéndez (Grupo Punto Aparte), para comentar su trabajo Los zombies también lloran; y ahora estoy haciendo lo mismo con Carlos Lavida y su obra Tren de Ficción (ContraCultura, 2012).

Pueden leer acertados comentarios sobre este trabajo en los siguientes enlaces.

Pesadillas urbanas (Amanda Meza, 6/11/12)

"Tren de ficción" de carlos Lavida. Un cómic urbano e intimista hecho en el Perú. (Guido Cuadros, 15/11/12)

Más intuición que ciencia, alguna vez escuché al autor alemán FLIX mencionar que los múltiplos de 3 son un buen criterio para el desarrollo de secuencias. Sin embargo, así es como funcionan muchas tiras cómicas y en Tren de ficción muchas de las páginas de la obra.

Tren de ficción es un cómic de corte autobiográfico, que recoge la transición del personaje de Adrián desde el paso ficticio entre la juventud y la adultez. El tren es la alegoría del viaje inconcluso, de las acciones a medias, de la búsqueda de un destino personal en esta absurda ciudad.

La relación con el padre marca los puntos más profundos de la obra, pues el progenitor es origen, impulso y ausencia para un joven que no tiene claro lo que hará con su vida, pero que está en edad de descubrirlo. Alrededor de esta relación está la familia, el amor (dinámica no acabada), los amigos, en un viaje organizado a través distintos paraderos, que van desde el Óvalo Gutierrez hasta la “Estación” de Barranco.

El buen humor es un indicador de creatividad. Ver la realidad de distintas maneras puede generar situaciones graciosas, irónicas, y un sinfín de posibilidades que causan sorpresa y refrescan la mirada sobre las páginas, organizadas muchas veces en secuencias de nueve viñetas. Lavida tiene un talento innato para este quehacer y es así que, como Adrián, ha ido encontrando su lugar en la ciudad.

Siendo hombres de una misma generación, habitantes de la misma urbe, vinculados al mundo de la historieta, y desarrollando un trabajo con fuerte autobiográfica, donde el padre y la muerte fundamentan en buena medida las obras; encuentro similitudes entre el alter ego de Lavida y el mío. Es la realidad un campo difícil, que no  termina(s) de aceptar(te) mediante su oferta laboral, y de la que a veces prefieres refugiarte en un pequeño lugar de las alturas con lo indispensable y, quizá, más importante para uno.

La diferencia de fondo está en que, a través de la obra, Lavida sabe anclar sus escenarios en la realidad limeña, y es así que el diálogo de Tren de ficción con la ciudad es mayor; y, en su historia personal, el artista pueda desenvolverse con soltura en el campo del humor gráfico, donde saber sintonizar con el día a día es tan importante.

Los planos generales dan una pausa al ritmo de la narración y abren nuevos momentos en la historia. Lavida escoge acertadamente la sensación de paraderos en cada uno, para acrecentar la sensación de viaje urbano.

En el campo de las formas, la estructura de la novela gráfica mantiene lo que en estética se llama unidad orgánica, la composición de las viñetas, los paraderos que van separando los diferentes momentos de la obra, las anécdotas que se van repitiendo, (especialmente aquella del padre tras el pilar que reaparece en el clímax de la historia), mantienen un conjunto armonioso que, en sus giros inesperados, involucra al lector en una experiencia estética de principio a fin. En este sentido, sí considero un error algunos comentarios puestos por otros autores, al final del libro, pues quiebran el sentido de unidad ya mencionado, llevando el humor hacia el plano político, que no es el tema de la obra.

Con respecto al dibujo, se me vienen a la mente aquellas observaciones hechas por el autor estadounidense Scott McCloud en Understanding Comics: The Invisible Art (1993), en el que señala que el dibujo de los personajes estilizados, por no decir caricaturizados, no sólo ayuda a una mayor expresividad sino que le facilita al lector proyectarse en el mismo, en una suerte de traslación donde al lector le es más fácil vivir en un dibujo como el de Lavida que en uno hiperrealista, como el de Alex Ross, por ejemplo. Sin embargo, sí hay una necesidad y esfuerzo por describir los planos generales con el apoyo fotográfico, para que uno pueda creerse aquellos lugares que se están contando. El dibujo del autor evidencia lo acertado de estas observaciones.

El ser adulto está vinculado al encuentro de un empleo, un sustento propio que te emancipa del padre y invita a empezar un nuevo mundo.

Por todo lo ya dicho, Tren de ficción es una de las mejores obras de autores locales que he leído. Altamente recomendable y ojalá Lavida se dé el tiempo de seguir profundizando y aportando a esta escena tan descuidada en el campo de sus contenidos. 

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