miércoles, 27 de agosto de 2008

Visita al Centro Victoria de Barrios Altos



Esta visita fue parte de mi investigación para la realización del cómic en formato digital Oscuro.
Fui al Centro Victoria una tarde de abril, a eso de las tres, hora en que empiezan “Proverbios”, actividad que consiste en un rezo inicial, arrodillados en el piso y apoyando los brazos en el respaldar de sus sillas de plástico; para luego comenzar a leer y comentar desde su experiencia los versículos del libro Proverbios de la Biblia.

Quien dirige la dinámica se hace llamar el pastor o el líder e infunde respeto en el grupo (de aproximadamente treinta internos). Vestido con una camisa y pantalones simples, según sus propias palabras ha vivido “en la drogadicción y la delincuencia durante 27 años y lleva 22 como pastor”.

En el Centro Victoria hay clasificaciones según el tiempo que tienen los internos limpiando su alma. Los novatos (cabezas rapadas) llevan de 0 – 4 meses; los guerreros (nombre apropiado para muchos jóvenes que han vivido en la delincuencia) de 4 – 8 meses (pueden salir a vender galletas o cosas del centro, usualmente en los micros de la ciudad); los vencedores de 8 meses a 1 año y los conquistadores (que salen a rescatar almas), los que tienen más tiempo.

Se nota un clima de violencia latente por parte de los internos (incluso hubo una trifulca en mi presencia), quienes se aferran a la sabiduría de la Biblia para no recaer en la drogadicción y el “pecado”. Mantienen su forma de hablar marginal, con palabras como “varón”, “apretar”, “le apunté con mi máquina”, “me vas a venir a venir a trabajar”, “se han fumado la Biblia” y así. El pastor también emplea dicho lenguaje, lo que facilita su identificación con el grupo.

Tienen una forma de vestimenta bastante sencilla: polos, shorts y chancletas, algunos llevan gorras. Los que tienen más tiempo usan camisas y zapatillas. Es probable que exista una aspiración a demostrarse a sí mismo y a la comunidad que ahora son personas responsables, de respeto.

Algunos internos han estado incluso presos. Uno mencionó haber formado parte de la banda los destructores.

Entre las drogas que mencionaron, figuraban el terokal, la pasta básica y, en segundo término, la marihuana y la cocaína. Uno habló de éxtasis, aunque parecía de una clase social media, no marginal. Usualmente para poder pagar su consumo de drogas empiezan a robar en casa (desde sus útiles escolares hasta objetos de mayor valía), a pelearse con sus familiares cercanos, luego empezar a delinquir y juntarse en pandillas (uno mencionó las barras bravas). Todos terminaron muy mal, tirados en la calle, abrigándose con periódicos y cartones.

Cristo los salvó a través de la ayuda de un hermano.

Todos se dedican a estudiar la Biblia, realizar actividades de limpieza del Centro, conseguir fondos para su comunidad y trabajo social. No reciben ningún apoyo del Estado.

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