viernes, 18 de julio de 2008

Rupay: Historias gráficas de la violencia en el Perú



Mientras ex Presidente y ex asesor ensayan quecos para las cámaras, cuatrocientos muertos más se suman a la sombra de la violencia en Putis, Ayacucho. A punto de cumplirse cinco años de la presentación del informe de la Comisión de la Verdad (CVR), olvidar en el Perú es el camino más fácil, aunque no el menos doloroso. Ahí está Moquegua, como última y furibunda prueba. Es así que cualquier documento que busque recuperar y perennizar la memoria nacional es tan necesario como plausible de discusión. Y en el caso del libro de Jesús Cossio (Callao, 1974), Alfredo Villar (Lima, 1972) y Luis Rossell (Lima 1966), el soporte elegido añade una arista más a observar: Rupay: Historias gráficas de la violencia en el Perú (Contracultura, 2008) es una narración gráfica de 120 páginas sobre el inicio de la guerra interna, el periodo 1980-84. “Los esfuerzos para divulgar resúmenes del informe de la CVR han quedado en eso, pues es un texto difícil de digerir”, dice Rossell. “Nace la idea de plasmarla en historieta para que tenga más alcance”.

En el 2004 se llevó a cabo la última convocatoria de un concurso de ciencias sociales de la Fundación Rockefeller que administraba SUR, centro de estudios creado por Alberto Flores Galindo. Ese año el primer lugar fue compartido por dos ensayos y un proyecto que tras recibir trece mil dólares para su financiación y cuatro años más tarde, derivó en el libro que ahora presentan sus autores, encargados los tres del guión, Cossio y Rossell del dibujo y este último del pintado digital. “El informe de la CVR es nuestra fuente principal pero no la única”, precisa Cossio. “Hemos utilizado periódicos, revistas, otras lecturas. Y una visión personal”.
Autores: Villar, Cossio y Rossell.“El informe de la CVR es la investigación más amplia”, explica, por su parte, Villar. “Pero tuvo que ubicarse desde la perspectiva del Estado (lo que nosotros no tenemos que hacer) y ciertas conclusiones tienden a no exacerbar la responsabilidad de las Fuerzas Armadas. Incluso había un comisionado de las FF.AA, pero ninguno de las asociaciones de deudos. Eso se puede criticar a la CVR”, continúa Villar.

Los autores confían en que el formato llegará a un público al que no han llegado otros estudios (“pues la imagen es más democrática”) y también en la profundidad con que puede penetrar la historieta con filo social y político. “La memoria es tarea de gente joven”, afirma Villar. “Las generaciones anteriores tienen demasiados compromisos y hablan a media voz”.

En esto último coincide Salomón Lerner Febres, Presidente de la CVR, con los autores. Él mismo quiere trasladar el informe presentado en agosto del 2003 al cómic. “La mejor forma de que el mensaje llegue a los jóvenes es a través de la imagen. Y también a la población analfabeta, pero he ahí un riesgo: si uno no es veraz puede sesgar ideológicamente”, dice Lerner. Sobre Rupay, el comisionado revela su preocupación porque “no puede dejarse sólo en manos de artistas, tiene que haber un asesor histórico para evitar una violación de los hechos”. Aunque se cuida de hacer un juicio categórico antes de ver el libro ya publicado, Lerner encuentra el trabajo interesante y concuerda con parte de la versión que ahí se cuenta, pero le parece que el mensaje debe ser más evidente (como en aquella página que muestra a un grupo de subversivos atacando un local del Jurado Nacional de Elecciones), puesto que es un documento que no sólo leerá un público asiduo del formato, sino un sector que “podría no entender la intención subyacente” y confundirla con apología. “Creo que este trabajo merece una segunda edición que acepte comentarios posteriores”, finaliza Lerner. La discusión será siempre mejor que el silencio. En este caso, sobre todo.(R. V.)



(*) Tomado de la revista Caretas, (17/Julio/2008)

No hay comentarios: