jueves, 23 de agosto de 2012

EL PERUANO - VARIEDADES: VIVA COMIC




A TRAZO FIRME:
AVENTURAS Y VICISITUDES DE LA HISTORIETA INDEPENDIENTE PERUANA
(Fidel Gutiérrez)

La historieta peruana hecha desde sectores independientes no se despinta, a pesar de las dificultades que afronta en todo sentido. Pese a lo que pudiera parecer, el actual boom del cómic no ha favorecido a nuestros jóvenes autores, pero ellos siguen adelante, en provincias y en la capital.

EL boom de ventas de la historieta en ciudades como Lima no ha tenido repercusión en la situación de la gran mayoría de artistas dedicados a este género en el país. Por el contrario, como si nada de ello hubiese pasado, estos continúan a la búsqueda de espacios en los cuales exponer y alcanzar su trabajo a un público que muchas veces ni siquiera sabe que este existe.

"Nuestra producción de historietas no se ha beneficiado en nada con este tema; peor aún, se ha visto afectada negativamente", dice Carlo Gonzales, del Gremio de Historietistas del Perú, grupo que el sábado pasado organizó el festival Viva Cómic 2012, en el que, además de una muestra de la labor gráfica de numerosos artistas nacionales, se desarrollaron talleres y conversatorios y se vendieron las publicaciones que ellos mismos realizan. "Es como en el cine. Uno podría decir que acá este es exitoso por la cantidad de público que atrae, pero las producciones nacionales nunca van a poder competir con la producción extranjera." Así, mientras que algunas empresas editoriales publican títulos internacionales de comprobada calidad y éxito que expenden a tres o cuatro nuevos soles; los historietistas independientes se ven obligados por tal motivo a ir reduciendo al máximo los precios de sus trabajos, obteniendo por ellos muchas veces montos que no compensan los gastos de producción. A eso hay que añadir que, mientras en el primer caso, se trata de productos ya acabados que acá son reimpresos o licenciados, en el caso de los artistas nacionales hablamos de creaciones cuyo proceso de elaboración ha estado enteramente a cargo de una sola persona, con todos los costos que ello implica.

"Hay público para las publicaciones editoriales extranjeras pero no necesariamente hay un interés similar por la historieta local", añade Raschid Rabi, profundo conocedor de la historieta y profesor en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. "El reto es establecer un puente para generar esto."

Esta situación de desinterés alcanza inclusive a aquellos que hoy gozan de cierto renombre por la calidad de su trabajo y por la exposición que tienen a través de medios masivos de prensa, como diarios y revistas. Son pocas las editoriales que apuestan por el cómic peruano y aquellas que lo hacen afrontan, a su vez, una poco estimulante respuesta del público. "Si un libro como el de la recopilación de historias de La araña No, de Juan Acevedo (publicada por Editorial San Marcos), sale con un tiraje de tan solo mil ejemplares, demorará un año entero en venderse", señala Gonzales. "Entonces, no es que haya mejorado el clima para el cómic nacional", recalca.




UN MUNDO PARALELO

Pero ni el desinterés del público directamente llamado a consumir las historietas locales ni la ausencia de espacios y canales de distribución adecuados para la distribución de sus trabajos merma el entusiasmo de los artistas peruanos. Tanto en Lima como en provincias, este se pone de manifiesto a través de revistas y libros recopilatorios, y va segmentándose en temáticas similares a las de sus pares del extranjero.

"Las tendencias oscilan entre el realismo social y los géneros mal llamados menores: ciencia ficción, melodrama, fantasía, terror, horror, humor", señala Rabi.

A estos hay que añadir la tendencia de ciertos autores por emular las características de los manga japoneses. Esta segmentación está tomando la posta de publicaciones importantes para el medio local, en las que se reunían muestras del trabajo de distintos autores, y, por ende, centrados cada uno en diversos estilos y géneros, como por ejemplo, la pionera Carboncito, la siempre interesante La Inocente Hecatombe o Gólgota, editada en Ica por el grupo Punto Aparte.

Gracias al Gremio de Historietistas conocimos también a La Mancha Cómic, que reúne los dibujos de gente asentada en Trujillo, así como los catálogos de los festivales Qosqopolis, organizados por la Asociación de Historietistas y Humoristas Gráficos del Cusco (AHHGC).

"La idea de este tipo de publicaciones era que fuesen un abanico de todo lo que hay, porque entonces no se tenía clara la forma de afrontar el mercado", señala Gonzales, quien, además, sindica a la revista de humor gráfico y político Chillico, también oriunda del Cusco, como la primera en buscar ampliar su público. "En la época en que no había internet ni ferias, ellos salieron a las calles a vender lo suyo, pero eso es algo para lo que todos los artistas no necesariamente tienen habilidad y talento", anota.

Hoy, la segmentación de géneros y la que se da entre el aún escaso público seguidor de la historieta local permite que, por ejemplo, revistas como la arequipeña Pandemia, especializada en el estilo gótico, haya ganado prestigio por su carácter pionero. Lo que está claro es que en varias provincias hay un fervor hacia el género, similar al que existe en la capital. "Si en Lima hay más de 20 publicaciones, en el ámbito nacional debe haber más de 40", dice Gonzales. "Es por eso que hay necesidad de estrechar vínculos de comunicación y hacer alianzas editoriales. Se necesita tener más presencia en la escena cultural", indica.

En la actualidad, se realizan festivales en ciudades como Pucallpa e Iquitos y se forman grupos de artistas en Huancayo, Tarma, Moquegua, Tacna, Ayacucho, Piura y Arequipa, siendo el trabajo de toda esta gente desconocido en la capital debido precisamente a la ausencia de canales de difusión perennes y bien estructurados.

En Lima, particularmente, ignoramos muchas de las cosas que se hacen en el interior. Incluso aquellos medianamente imbuidos en este ambiente ignoran la existencia de libros que resultan imprescindibles, como Somos Barrio (editado de manera independiente el año pasado), que recopila las tiras que con ese nombre publicara en un diario el tempranamente desaparecido autor arequipeño Rafael Barrionuevo; sin duda, uno de los más talentosos exponentes del humor gráfico en este país. De hecho, ubicar publicaciones de este tipo supone recurrir a lugares que pueden ser contados holgadamente con los dedos de las manos. "Si uno quiere algo al estilo manga va al centro comercial Arenales", nos orienta Gonzales. "Si se busca algo más underground, se va a jirón Quilca o a la galería Santa María de Jesús María, o a unas tres librerías grandes que permiten acceso a los cómics nacionales; pero son ejemplos muy puntuales y, definitivamente, no son la mejor manera de llegar al público, porque uno deja 20 ejemplares y luego recoge 18."




UNA VEZ AL AÑO

Ante ello, las ferias, nuevamente, vuelven a ser un punto de encuentro y de ubicación, esporádico pero importante; más aún hoy en día en que aquellas organizadas de manera independiente y dedicadas a la cultura popular en su integridad (La Ventiúnica, Cambalache, La Ventana o las Ferias de Fanzines) se han multiplicado. Incluso una de ellas, dedicada al dibujo y animación de procedencia japonesa, ha demostrado ser la más efectiva en términos de venta para los historietistas locales.

"El problema es que en esos casos el artista se tiene que poner en los zapatos de un vendedor, y la verdad es que para muchos eso no es parte de nuestro oficio", dice Gonzales.

"No tenemos creadores dedicados solo a hacer historietas, pues además deben realizar otras actividades", coincide Raschid Rabi. "Al mismo tiempo que hacen sus creaciones, tienen que editarlas, publicarlas y distribuirlas." Estas circunstancias, por difíciles que sean, no afectan tanto el ánimo de nuestros historietistas, como sí lo hacen la continuidad y frecuencia con la que pueden presentar al público sus trabajos.

"El estándar es publicar una vez al año", dice Gonzales, respecto a publicaciones que, cuando recién aparecen, aspiran a tener una frecuencia de aparición mensual. Coincide con ello Dennis Jiménez, quien lleva adelante la revista Pregones y Panfletos, la cual tuvo el año pasado una única edición (la séptima). "Es que es complicado", admite. "Hay que esperar que se vendan suficientes ejemplares de un número para de allí maniobrar y sacar uno nuevo."

Mientras tanto, quienes se dedican a este arte tienen que buscarse el sustento con trabajo de otra índole o, en el mejor de los casos, prestando su habilidad para campañas publicitarias o institucionales que requieren del formato de la historieta para sus fines. Esto mayormente se da con quienes ya tienen cierto renombre. Los que recién empiezan necesariamente deben buscarse empleos de diferente índole. Estos, a veces, sirven de inspiración, como ocurre con Ana Lucía Cayo, cuya publicación 'Jobs – nos cuenta – está inspirada en las vicisitudes que todo joven atraviesa buscando un trabajo digno que luego le abra espacio para cumplir sus sueños




POR ENCIMA DEL HOMBRO

Si bien las ferias representan para nuestros historietistas independientes una salida, algunas de ellas (específicamente las más institucionalizadas) tienen para con ellos un trato en el que la amabilidad no es más que un disfraz de la condescendencia. "En ferias como la del Libro del año pasado los procesos de admisión obedecen a criterios que finalmente son muy personales", dice Carlo Gonzales. "Uno presenta sus trabajos, pero no sabe qué pautas son las que hay para su calificación y admisión."
En otras se han visto desalojos de mesas y stands previamente cedidos, por cuestiones de espacio. "Hay mucha discriminación", señala Carlo. "Parece que nos estuvieran haciendo un favor y eso es porque varios creen que no se nos puede catalogar de artistas."

PARA LA POSTERIDAD

Desde hace unos años es posible encontrar en librerías publicaciones y recopilaciones del trabajo de dibujantes e historietistas consagrados como Juan Acevedo, y de otros de notable creatividad, como Jesús Cossío, Miguel Det y el arequipeño César Carpio, entre varios más. Casi todas ellas son publicadas por la editorial limeña Contracultura, que también realiza desde 2010 un concurso anual de novela gráfica.

Tener a disposición este material permite contar, por fin y a diferencia de anteriores épocas, con un registro de la evolución de la historieta en Perú. La variedad de estilos y de temas ('Rupay' narra de manera magistral incidentes de los primeros años de la guerra interna en el país) daría para desarrollar un artículo entero y abarcaría un espacio distinto al de los autores que recién empiezan, por tratarse de gente que en los últimos años se ha hecho de un nombre propio por su tenacidad y por su participación en publicaciones masivas de humor gráfico.

APUNTES

Nueva Crónica y Buen Gobierno (1615) de Felipe Guamán Poma de Ayala sería el primer antecedente de la historieta peruana.

Otra fecha importante se remonta a 1873 cuando se publica la historieta Fragata Sospechosa a la Vista, como parte de la serie titulada Lima a las diez de la noche para el Semanario Don Quijote.

En el siglo XX surgen "Actualidades" (1903-7), "Monos y monadas" (1905-6) y "Variedades" (1908-32), con obras de Pedro Challe, Julio Málaga Grenet, Juan Marcos Sarrín, Víctor Morey o Abraham Valdelomar.

El 12 de septiembre es el  Día de la Historieta Peruana. Ese día, en 1952, sale en el diario Última Hora Sampietri, un personaje de Julio Farlie, que fue la primera de origen nacional en un contexto donde dominaban las tiras cómicas extranjera

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