lunes, 27 de diciembre de 2010

EL COMERCIO: VIVIR BAJO EL RUIDO DE LOS AVIONES



Vivir bajo el ruido de los aviones
UN PUEBLO RURAL AL LADO DEL AEROPUERTO JORGE CHÁVEZ ES EL ESCENARIO DE “ISLAS”, SORPRENDENTE PROYECTO DEL CÓMIC NACIONAL PUBLICADO RECIENTEMENTE. UNA PROPUESTA MARCADA POR LA PSICODELIA, EL HUMOR NEGRO Y EL SURREALISMO

Por: Enrique Planas
Domingo 26 de Diciembre del 2010


Humor negro, surrealista y psicodélico. Rodrigo La Hoz, ganador del I Premio de Novela Gráfica 2010, organizado por la librería Contracultura, sorprende con “Islas”, un libro atípico para el pequeño mundo del cómic nacional. Llegado de las artes plásticas, consumidor por Internet de maestros del cómic independiente como Chris Ware, Dave Cooper o Paco Alcázar (“Me sorprende que estos artistas sean tan desconocidos para la gente”, dice), La Hoz ha dejado sus cuadros apilados en su estudio para tomar el pincel y la tinta. “Mis pinturas tienen muchos detalles del cómic”, nos explica. “Tenía un problema al pintar, porque siempre me basaba en historias, en lugar de conceptos del arte contemporáneo. Y hacer cómics me parecía antes muy complicado”.

Sus primeros trabajos aparecieron en su propio fanzine “Borde” y en las últimas ediciones de la revista local “Carboncito”. Como novela gráfica, “Islas” es su ópera prima y en ella vuelca todas sus obsesiones, especialmente aquellas ligadas a la naturaleza, los insectos, el sorprendente mundo en miniatura que termina reflejando sus reglas en el nuestro.

La Hoz forma parte de una nueva generación de historietistas que toman distancia del efímero humor político o de las mallas ajustadas de los superhéroes. La Hoz los cita con entusiasmo: Jorge Pérez-Ruibal, Manuel Gómez Burns, Rita Ponce de León, Jesús Cossío, David Galliquio. “Me encanta lo que hacen”, dice, y advierte que toda esta nueva movida es un fenómeno relativamente nuevo. “No sé muy bien cuál es la historia de la historieta en el Perú, pero hasta los 80, casi todo era humor político o peruanismos. Y eso no me gusta. Y a mis amigos que hacen cómics, tampoco. Todos partimos del cómic independiente. El mundito del cómic en Lima no está, para nada, dominado por los superhéroes. En ese sentido, está más ligado al cómic europeo”, explica.

¿Cómo fue el proceso creativo de una historia como “Islas”?

En partes. El concurso me obligó a terminar el libro, pues generalmente dejo las cosas abiertas, me demoro mucho. En este caso tenía una idea para la primera parte y después traté de resolverlo lo mejor que pude. Necesito una semilla que me lleve a hacer el resto del cómic, una imagen, una situación. En “Islas” se trataba de un lugar geográfico: el pueblo rural aún existente al lado de la pista de aterrizaje del aeropuerto Jorge Chávez. Hace años lo encontré y pensé en montones de historias posibles.

¿Por qué te interesó este mundo rural en extinción?

Me pareció interesante porque se trata de una isla que ves al entrar o salir en un avión de la ciudad. Y si lo ves en Google Earth es aun más impresionante: todas estas chacras, casitas y en medio de ellas una plaza. Me pareció sorprendente cómo era la vida de esas personas, con los aviones yendo y viniendo todo el tiempo, a la vez que vivían dentro de la naturaleza y la contaminación, con el Rímac a un lado y el puerto del Callao al otro.

¿Qué tan absurda es Lima para ti?

Creo que todas las ciudades son absurdas. Vivir en una ya es bastante absurdo. Pero Lima es especialmente esquizofrénica. Puede ser posapocalíptica y fea, y muy hermosa también.

El cómic peruano siempre ha tenido una vocación realista y urbana. En “Islas”, el absurdo campea, pero también está llena de pesadillas muy locales…
Casi todos los cómics son urbanos, supongo porque los dibujantes de comics son producto de las ciudades. Pero yo también me pregunté por qué todas las historias tienen que ser tan urbanas. Y por eso también me interesó ese lugar. Es Lima y no lo es. Está y no está. Es totalmente ‘outsider’. Me interesa mucho la naturaleza, pero en Lima no hay muchos espacios para acercarse a ella. Este lugar es uno de los pocos.

En “Islas” es todo un tema el consumo de drogas y la plasmación gráfica de los estados alterados de conciencia…
Es un recurso para crear situaciones irracionales y surrealistas sin que dejen de ser reales. En realidad, ya no quisiera seguir tocando el tema de drogas, pero mis historias siempre terminan llevándome a esos temas. Me gusta dibujar cosas raras, cosas que te rodean y acosan.

Cornelio, el protagonista del cómic, vive una bisexualidad culposa y se enfrenta al reto de ser padre. ¿Una manera de pensar la obligación social de insertarnos en el mundo maduro y normal?
Sí, un poco. Enterarse de que va a ser padre le causa al personaje una crisis terrible. Trata de ser normal, pero mientras lo intenta pasa por una crisis muy larga. Al principio, tenía la idea de llevar al libro ejemplos contradictorios de reproducción, con caracoles hermafroditas o los hongos que utilizan esporas para diseminarse. Que el personaje tenga un hijo siendo homosexual me pareció también una idea contradictoria de reproducción.

Última pregunta: ¿te sorprendió ganar un concurso de novela gráfica?

Sí. La verdad es que lo que mandé me parecía pésimo. Y lo envié a concursar avergonzado. Pero al final me gusta cómo lo resolví. Siento que no tuve tiempo para arreglar un montón de cosas, y que si hiciera una segunda edición, arreglaría muchas cosas visuales. Pero la historia está bien. Me gusta mi cómic.

EL LIBRO
UNA ISLA EN LA CIUDAD

Cornelio es un limeño que habita en un mundo alucinante, el pueblo campesino al lado del aeropuerto Jorge Chávez. En su casa, él cultiva hongos y caracoles para su consumo. Lleva una vida sin sentido, aburre a su terapeuta y no le encuentra mucho sentido a la existencia, hasta que recibe la noticia de su inminente paternidad. a partir de allí, intentará recomponerse como una persona normal, pero quizás ya sea demasiado tarde para eso.

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