lunes, 2 de noviembre de 2009

El fin del mundo: Tirabosco y Wazem



Esta nota me la recomendó mi maestro y amigo Tom Tirabosco. Pueden, quien acaba de publicar junto con el genial WAZEM, a través de la editorial La Cúpula, otro material en nuestro idioma: El fin del mundo (¿suena bien, eh?). El artículo completo, en el blog Trazos en el bloc.
"Hay quien subscribe que la objetividad suele variar con más frecuencia que la subjetividad, debido a que lo real suele tener más tendencia a cambiar que nuestra propia manera de apreciar sus pliegues. Lo cierto es que, si hablamos de pliegues de la realidad, esta historia está llena de ellos, pues nos encontramos ante una historia que se extravía en el inconsciente de una chica que se siente vacía y ajena a sí misma y al resto del mundo, consiguiendo dotarla de una profundidad penetrante hacia el lector, en busca de las mismas respuestas a las que también quiere acercarse nuestra protagonista, aunque sea una búsqueda de forma inconsciente.

Envuelta ya desde un principio de una atmósfera helada y distante, donde una lluvia contínua estará presente en todo momento, la historia retorna -después de un intenso y desgraciado accidente de hace veinte años- hacia la vida de una chica que se siente completamente vacía e incapáz de mostrar emociones por nada. Ni siquiera cuando descubre que su padre ha sufrido un infarto y está en estado de coma. Acto seguido, y pese al temporal con el que incluso hay gente que lo enmarca como una señal del principio del fin del mundo, nuestra joven protagonista decide ir a la casa de sus padres para dar de comer al gato. A partir de aquí, todo serán respuestas sin preguntas y preguntas en busca de respuestas ¿Por qué la abandonó por completo su madre? ¿Por qué se ha distanciado tanto de su padre? ¿Quién es la anciana misteriosa que tanto le recuerda a su abuela y qué papel desempeña en esta historia? ¿Cuál es el misterio de la habitación del piso de arriba que ha permanecido siempre cerrada?

Quizás, ésta sea una historia en la que cobra el mismo protagonismo la presencia de algunos personajes como la ausencia de otros. Todo ello dominado por un paisaje un tanto inquietante y fantasmagórico, melancólico y depresivo, que no hace más que apuntillar una trama que invita a desgranar la vida de estos –hasta ahora- extraños y observarlos como se mueven, en busca de respuestas liberadoras que les sirva para disminuir la enorme distancia que a veces separa a los seres humanos de la realidad. Todo ello llevado a cabo a partir de una dibujo de trazos espesos y carbonosos, aplicando únicamente blancos y negros, sobre un papel manchado de azul, consiguiendo una atmósfera singularmente atractiva, y donde todos y cada uno de los personajes rezuman cierta fragilidad, aunque se trate de la misma muerte.

En definitiva, una historia con un envoltorio un tanto oprimente y con toques oníricos, situada entre sueños y realidades, donde si somos capaces de tomarle la distancia justa, por lo menos, consigue que tengamos un cierto interés en llegar a descubrir un final a todo esto, aunque ello represente el fin del mundo.

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