Estoy tratando de hacer algunas reseñas sobre las
obras de autores y colectivos limeños que consideramos en el blog como los más
representativos de la ciudad. Se me ocurrió que era importante primero
entrevistarlos y, de ese modo, explicar la obra no sólo desde sus dimensiones
temáticas y formales sino, además, poder tener la posibilidad de hacerlo a
partir de la información brindada directamente por los creadores.
Así es como hace unas semanas entrevisté a Tania
Salcedo y Giovani Menéndez (Grupo Punto Aparte), para comentar su trabajo Los zombies también lloran; y ahora
estoy haciendo lo mismo con Carlos Lavida y su obra Tren de Ficción (ContraCultura, 2012).
Pueden leer acertados comentarios sobre este trabajo en
los siguientes enlaces.
Pesadillas urbanas (Amanda Meza, 6/11/12)
"Tren de ficción" de carlos Lavida. Un cómic urbano e intimista hecho en el Perú. (Guido Cuadros, 15/11/12)
Más intuición que ciencia, alguna vez escuché al autor alemán FLIX mencionar que los múltiplos de 3 son un buen criterio para el desarrollo de secuencias. Sin embargo, así es como funcionan muchas tiras cómicas y en Tren de ficción muchas de las páginas de la obra.
Tren de ficción es un cómic de corte autobiográfico, que recoge la transición del personaje de Adrián desde el paso ficticio entre la juventud y la adultez. El tren es la alegoría del viaje inconcluso, de las acciones a medias, de la búsqueda de un destino personal en esta absurda ciudad.
La
relación con el padre marca los puntos más profundos de la obra, pues el
progenitor es origen, impulso y ausencia para un joven que no tiene claro lo
que hará con su vida, pero que está en edad de descubrirlo. Alrededor de esta
relación está la familia, el amor (dinámica no acabada), los amigos, en un viaje organizado a través
distintos paraderos, que van desde el Óvalo Gutierrez hasta la “Estación” de Barranco.
El
buen humor es un indicador de creatividad. Ver la realidad de distintas maneras
puede generar situaciones graciosas, irónicas, y un sinfín de posibilidades que
causan sorpresa y refrescan la mirada sobre las páginas, organizadas muchas
veces en secuencias de nueve viñetas. Lavida tiene un talento innato para este
quehacer y es así que, como Adrián, ha ido encontrando su lugar en la ciudad.
Siendo
hombres de una misma generación, habitantes de la misma urbe, vinculados al
mundo de la historieta, y desarrollando un trabajo con fuerte autobiográfica, donde
el padre y la muerte fundamentan en buena medida las obras; encuentro
similitudes entre el alter ego de Lavida y el mío. Es la realidad un campo
difícil, que no termina(s) de aceptar(te)
mediante su oferta laboral, y de la que a veces prefieres refugiarte en un
pequeño lugar de las alturas con lo indispensable y, quizá, más importante
para uno.
La
diferencia de fondo está en que, a través de la obra, Lavida sabe anclar sus
escenarios en la realidad limeña, y es así que el diálogo de Tren de ficción con la ciudad es mayor;
y, en su historia personal, el artista pueda desenvolverse con soltura en el campo del
humor gráfico, donde saber sintonizar con el día a día es tan importante.
Los planos generales dan una pausa al ritmo de la narración y abren nuevos momentos en la historia. Lavida escoge acertadamente la sensación de paraderos en cada uno, para acrecentar la sensación de viaje urbano.
En
el campo de las formas, la estructura de la novela gráfica mantiene lo que en
estética se llama unidad orgánica, la
composición de las viñetas, los paraderos que van separando los diferentes
momentos de la obra, las anécdotas que se van repitiendo, (especialmente
aquella del padre tras el pilar que reaparece en el clímax de la historia), mantienen
un conjunto armonioso que, en sus giros inesperados, involucra al lector en una experiencia estética de
principio a fin. En este sentido, sí considero un error algunos comentarios
puestos por otros autores, al final del libro, pues quiebran el sentido de
unidad ya mencionado, llevando el humor hacia el plano político, que no es el
tema de la obra.
Con
respecto al dibujo, se me vienen a la mente aquellas observaciones hechas por
el autor estadounidense Scott McCloud en Understanding
Comics: The Invisible Art (1993), en
el que señala que el dibujo de los personajes estilizados, por no decir
caricaturizados, no sólo ayuda a una mayor expresividad sino que le facilita al
lector proyectarse en el mismo, en una suerte de traslación donde al lector le es más
fácil vivir en un dibujo como el de
Lavida que en uno hiperrealista, como el de Alex Ross, por ejemplo. Sin
embargo, sí hay una necesidad y esfuerzo por describir los planos generales con el apoyo
fotográfico, para que uno pueda creerse aquellos lugares que se están contando. El dibujo del autor evidencia lo acertado de estas observaciones.
El ser adulto está vinculado al encuentro de un empleo, un sustento propio que te emancipa del padre y invita a empezar un nuevo mundo.
Por
todo lo ya dicho, Tren de ficción es
una de las mejores obras de autores locales que he leído. Altamente
recomendable y ojalá Lavida se dé el tiempo de seguir profundizando y aportando
a esta escena tan descuidada en el campo de sus contenidos.
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