A TRAZO FIRME:
AVENTURAS Y VICISITUDES DE LA HISTORIETA INDEPENDIENTE PERUANA
(Fidel Gutiérrez)
La historieta peruana hecha desde
sectores independientes no se despinta, a pesar de las dificultades que afronta
en todo sentido. Pese a lo que pudiera parecer, el actual boom del cómic no ha
favorecido a nuestros jóvenes autores, pero ellos siguen adelante, en
provincias y en la capital.
EL boom de ventas de la historieta
en ciudades como Lima no ha tenido repercusión en la situación de la gran
mayoría de artistas dedicados a este género en el país. Por el contrario, como
si nada de ello hubiese pasado, estos continúan a la búsqueda de espacios en
los cuales exponer y alcanzar su trabajo a un público que muchas veces ni
siquiera sabe que este existe.
"Nuestra producción de
historietas no se ha beneficiado en nada con este tema; peor aún, se ha visto
afectada negativamente", dice Carlo Gonzales, del Gremio de Historietistas
del Perú, grupo que el sábado pasado organizó el festival Viva Cómic 2012, en
el que, además de una muestra de la labor gráfica de numerosos artistas nacionales,
se desarrollaron talleres y conversatorios y se vendieron las publicaciones que
ellos mismos realizan. "Es como en el cine. Uno podría decir que acá este
es exitoso por la cantidad de público que atrae, pero las producciones
nacionales nunca van a poder competir con la producción extranjera." Así,
mientras que algunas empresas editoriales publican títulos internacionales de
comprobada calidad y éxito que expenden a tres o cuatro nuevos soles; los
historietistas independientes se ven obligados por tal motivo a ir reduciendo al
máximo los precios de sus trabajos, obteniendo por ellos muchas veces montos
que no compensan los gastos de producción. A eso hay que añadir que, mientras
en el primer caso, se trata de productos ya acabados que acá son reimpresos o
licenciados, en el caso de los artistas nacionales hablamos de creaciones cuyo
proceso de elaboración ha estado enteramente a cargo de una sola persona, con todos
los costos que ello implica.
"Hay público para las
publicaciones editoriales extranjeras pero no necesariamente hay un interés similar
por la historieta local", añade Raschid Rabi, profundo conocedor de la
historieta y profesor en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. "El reto
es establecer un puente para generar esto."
Esta situación de desinterés alcanza
inclusive a aquellos que hoy gozan de cierto renombre por la calidad de su
trabajo y por la exposición que tienen a través de medios masivos de prensa,
como diarios y revistas. Son pocas las editoriales que apuestan por el cómic
peruano y aquellas que lo hacen afrontan, a su vez, una poco estimulante
respuesta del público. "Si un libro como el de la recopilación de
historias de La araña No, de Juan Acevedo (publicada por Editorial San Marcos),
sale con un tiraje de tan solo mil ejemplares, demorará un año entero en venderse",
señala Gonzales. "Entonces, no es que haya mejorado el clima para el cómic
nacional", recalca.
UN MUNDO PARALELO
Pero ni el desinterés del público
directamente llamado a consumir las historietas locales ni la ausencia de espacios
y canales de distribución adecuados para la distribución de sus trabajos merma
el entusiasmo de los artistas peruanos. Tanto en Lima como en provincias, este
se pone de manifiesto a través de revistas y libros recopilatorios, y va segmentándose
en temáticas similares a las de sus pares del extranjero.
"Las tendencias oscilan
entre el realismo social y los géneros mal llamados menores: ciencia ficción, melodrama,
fantasía, terror, horror, humor", señala Rabi.
A estos hay que añadir la
tendencia de ciertos autores por emular las características de los manga
japoneses. Esta segmentación está tomando la posta de publicaciones importantes
para el medio local, en las que se reunían muestras del trabajo de distintos
autores, y, por ende, centrados cada uno en diversos estilos y géneros, como
por ejemplo, la pionera Carboncito, la siempre interesante La Inocente Hecatombe
o Gólgota, editada en Ica por el grupo Punto Aparte.
Gracias al Gremio de
Historietistas conocimos también a La Mancha Cómic, que reúne los dibujos de
gente asentada en Trujillo, así como los catálogos de los festivales Qosqopolis,
organizados por la Asociación de Historietistas y Humoristas Gráficos del Cusco
(AHHGC).
"La idea de este tipo de
publicaciones era que fuesen un abanico de todo lo que hay, porque entonces no
se tenía clara la forma de afrontar el mercado", señala Gonzales, quien,
además, sindica a la revista de humor gráfico y político Chillico, también
oriunda del Cusco, como la primera en buscar ampliar su público. "En la
época en que no había internet ni ferias, ellos salieron a las calles a vender lo
suyo, pero eso es algo para lo que todos los artistas no necesariamente tienen
habilidad y talento", anota.
Hoy, la segmentación de géneros y
la que se da entre el aún escaso público seguidor de la historieta local
permite que, por ejemplo, revistas como la arequipeña Pandemia, especializada
en el estilo gótico, haya ganado prestigio por su carácter pionero. Lo que está
claro es que en varias provincias hay un fervor hacia el género, similar al que
existe en la capital. "Si en Lima hay más de 20 publicaciones, en el
ámbito nacional debe haber más de 40", dice Gonzales. "Es por eso que
hay necesidad de estrechar vínculos de comunicación y hacer alianzas
editoriales. Se necesita tener más presencia en la escena cultural", indica.
En la actualidad, se realizan festivales
en ciudades como Pucallpa e Iquitos y se forman grupos de artistas en Huancayo,
Tarma, Moquegua, Tacna, Ayacucho, Piura y Arequipa, siendo el trabajo de toda
esta gente desconocido en la capital debido precisamente a la ausencia de
canales de difusión perennes y bien estructurados.
En Lima, particularmente,
ignoramos muchas de las cosas que se hacen en el interior. Incluso aquellos
medianamente imbuidos en este ambiente ignoran la existencia de libros que
resultan imprescindibles, como Somos Barrio (editado de manera independiente el
año pasado), que recopila las tiras que con ese nombre publicara en un diario
el tempranamente desaparecido autor arequipeño Rafael Barrionuevo; sin duda,
uno de los más talentosos exponentes del humor gráfico en este país. De hecho, ubicar
publicaciones de este tipo supone recurrir a lugares que pueden ser contados
holgadamente con los dedos de las manos. "Si uno quiere algo al estilo manga
va al centro comercial Arenales", nos orienta Gonzales. "Si se busca
algo más underground, se va a jirón Quilca o a la galería Santa María de Jesús
María, o a unas tres librerías grandes que permiten acceso a los cómics
nacionales; pero son ejemplos muy puntuales y, definitivamente, no son la mejor
manera de llegar al público, porque uno deja 20 ejemplares y luego recoge
18."
UNA VEZ AL AÑO
Ante ello, las ferias,
nuevamente, vuelven a ser un punto de encuentro y de ubicación, esporádico pero
importante; más aún hoy en día en que aquellas organizadas de manera
independiente y dedicadas a la cultura popular en su integridad (La Ventiúnica,
Cambalache, La Ventana o las Ferias de Fanzines) se han multiplicado. Incluso una
de ellas, dedicada al dibujo y animación de procedencia japonesa, ha demostrado
ser la más efectiva en términos de venta para los historietistas locales.
"El problema es que en esos casos
el artista se tiene que poner en los zapatos de un vendedor, y la verdad es que
para muchos eso no es parte de nuestro oficio", dice Gonzales.
"No tenemos creadores dedicados
solo a hacer historietas, pues además deben realizar otras actividades",
coincide Raschid Rabi. "Al mismo tiempo que hacen sus creaciones, tienen
que editarlas, publicarlas y distribuirlas." Estas circunstancias, por
difíciles que sean, no afectan tanto el ánimo de nuestros historietistas, como
sí lo hacen la continuidad y frecuencia con la que pueden presentar al público
sus trabajos.
"El estándar es publicar una
vez al año", dice Gonzales, respecto a publicaciones que, cuando recién aparecen,
aspiran a tener una frecuencia de aparición mensual. Coincide con ello Dennis
Jiménez, quien lleva adelante la revista Pregones y Panfletos, la cual tuvo el año
pasado una única edición (la séptima). "Es que es complicado",
admite. "Hay que esperar que se vendan suficientes ejemplares de un número
para de allí maniobrar y sacar uno nuevo."
Mientras tanto, quienes se
dedican a este arte tienen que buscarse el sustento con trabajo de otra índole
o, en el mejor de los casos, prestando su habilidad para campañas publicitarias
o institucionales que requieren del formato de la historieta para sus fines.
Esto mayormente se da con quienes ya tienen cierto renombre. Los que recién
empiezan necesariamente deben buscarse empleos de diferente índole. Estos, a
veces, sirven de inspiración, como ocurre con Ana Lucía Cayo, cuya publicación 'Jobs
– nos cuenta – está inspirada en las vicisitudes que todo joven atraviesa
buscando un trabajo digno que luego le abra espacio para cumplir sus sueños
POR ENCIMA DEL HOMBRO
Si bien las ferias representan para
nuestros historietistas independientes una salida, algunas de ellas (específicamente
las más institucionalizadas) tienen para con ellos un trato en el que la
amabilidad no es más que un disfraz de la condescendencia. "En ferias como
la del Libro del año pasado los procesos de admisión obedecen a criterios que
finalmente son muy personales", dice Carlo Gonzales. "Uno presenta
sus trabajos, pero no sabe qué pautas son las que hay para su calificación y
admisión."
En otras se han visto desalojos de
mesas y stands previamente cedidos, por cuestiones de espacio. "Hay mucha discriminación",
señala Carlo. "Parece que nos estuvieran haciendo un favor y eso es porque
varios creen que no se nos puede catalogar de artistas."
PARA LA POSTERIDAD
Desde hace unos años es posible
encontrar en librerías publicaciones y recopilaciones del trabajo de dibujantes
e historietistas consagrados como Juan Acevedo, y de otros de notable
creatividad, como Jesús Cossío, Miguel Det y el arequipeño César Carpio, entre varios
más. Casi todas ellas son publicadas por la editorial limeña Contracultura, que
también realiza desde 2010 un concurso anual de novela gráfica.
Tener a disposición este material
permite contar, por fin y a diferencia de anteriores épocas, con un registro de
la evolución de la historieta en Perú. La variedad de estilos y de temas
('Rupay' narra de manera magistral incidentes de los primeros años de la guerra
interna en el país) daría para desarrollar un artículo entero y abarcaría un
espacio distinto al de los autores que recién empiezan, por tratarse de gente
que en los últimos años se ha hecho de un nombre propio por su tenacidad y por
su participación en publicaciones masivas de humor gráfico.
APUNTES
Nueva Crónica y Buen Gobierno
(1615) de Felipe Guamán Poma de Ayala sería el primer antecedente de la historieta
peruana.
Otra fecha importante se remonta
a 1873 cuando se publica la historieta Fragata Sospechosa a la Vista, como parte
de la serie titulada Lima a las diez de la noche para el Semanario Don Quijote.
En el siglo XX surgen "Actualidades"
(1903-7), "Monos y monadas" (1905-6) y "Variedades"
(1908-32), con obras de Pedro Challe, Julio Málaga Grenet, Juan Marcos Sarrín,
Víctor Morey o Abraham Valdelomar.
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